A eso de las 8 de la mañana del 4 de Junio de 1830, después de un frugal desayuno, salio el Mariscal Sucre con todos sus acompañantes de " Venta Quemada", de modo que ante de las 9 el augusto viajero llegaba al lugar del siniestro.
Unas cuadras antes del sitio donde estaban apostados los asesinos, la comitiva del General Sucre encontró nuevamente a Sarria, quien en compañía de 2 individuos venia en dirección hacia la "Venta". ¿Quien sabe que clase de embuste contaría al Mariscal para razonar el motivo de su encuentro en ese lugar? ¿Y quien sabe cuales serian las suposiciones del General Sucre al verlo?
Nuevo Judas, dio amistosa conversación al Mariscal, mientras los arrieros, el sargento Colmenares y Garcia Trellez seguían adelante. combinación inicua para que Morillo no errara el golpe.
Al rato Sucre queda solo y apura su cabalgadura para reunirse con sus compañeros.
pero, ay llega a la estrechez de la Jocoba.
General Sucre, grita una voz ronca y seca.
Oyéndose llamar por su nombre en medio de aquella soledad, Sucre, como era natural, se detiene, mira hacia el lugar de donde sale la voz, pero en el acto Apolinar Morillo, que acaba de pronunciar el nombre augusto el Marisca de Ayacucho, descarga su arma contra el y lo hiere mortalmente arriba del corazón, y casi al mismo tiempo los otros tres disparan también sus armas. Dos tiros alcanzaron ala General en la cabeza, y otro al mulo en el pezcuezo.
Ay, balazo, exclamo el bondadosisimo y noble guerrero al caer tendido sobre el duro suelo. El héroe que nunca volvió la espalda a el enemigo, que siempre sonrió al infortunio y a la desgracia, ahora besa el suelo que riega con su sangre, el ingrato suelo de Berruecos.
Este corazón, tan noble, tan generoso, cerrado a la venganza y al deshonor y abierto al amigo y al enemigo;este corazón lleno de natural bondad, que economizo ríos de sangre a la humanidad, por medio de sabios tratados, este corazón recibe hoy, el premio a tanta bondad y cordura, la pena que en el ultimo criminal del mundo esta reservada, la pena de ser mortal y traidoramente herido por manos de quienes deberían defenderlo. Oh, negra ingratitud, oh bajeza infinita, de viles y asalariados asesinos!.
En fin, no nos estañemos, el salvador del mundo, en premio del bien infinito de la redención, murió crucificado. Sucre, el Libertador del suelo americano, en pago de la independencia que dio al nuevo Mundo, murió asesinado.
Al ruido de los 4 disparos retumbo la montaña, estremeciéndose los troncos seculares de la selva, y Garcia Trellez, que iba a corta distancia delante de Sucre, tubo un presentimiento de lo que acababa de suceder. Pico de la espuela su cabalgadura, que hecho a correr; al mismo tiempo mirando hacia atrás, vio al mulo del Mariscal, que venia solo con sangre en el pescuezo.
El sargento Colmenares, que iba en la delantera se había parado al oír los disparos; y al ver a Garcias Trellez y al mulo del general se dio cuenta de lo sucedido, máxime cuando el diputado de cuenca le refirió que había oído la voz de Sucre que gritaba: " ay balazo"
No se atrevieron a volver sobre sus pasos temerosos de una nueva agresión. Sin embargo, Colmenares mando a los 2 arrieros para cerciorarse de lo ocurrido... Al rato volvieron trayendo el sombrero del Mariscal, perforado por 2 balazos.
No había duda: Sucre estaba muerto.
Siguiendo adelante y por doquiera difundiendo la tristisima noticia
El sargento Lorenzo Caicedo, que se había atrasado para componer una pieza de su montura, al oír los disparos apuro el paso, e inmensa fue su tristeza al ver a su amo muerto sobre el suelo, con una herida grave en el pecho, otra en la oreja y en la cabeza.
Inmediatamente regreso a la "Venta" en busca de auxilio para enterrar al Mariscal.
Hallo Caicedo la "Venta" sin hombres, pero al fin pudo encontrar uno, y ofreciéndole media onza, es decir, 40 bolívares, logro llevárselo, y cogiendo ambos con respeto el cadáver de Sucre, dieronle decorosa sepultura al pie de un árbol, en un campo llamado "Capillita" vecino al sitio del siniestro.
H. NECTARIO MARIA. HISTORIA DE VENEZUELA, p. 235
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